Ángel Hernández es profesor de francés y cineasta. Estudió Economía en Lyon y tras especializarse, de vuelta en España, acabó en el mundo de la educación. No obstante, su pasión siempre había sido el cine y esto hizo que integrase el séptimo arte en los programas formativos de su centro, convirtiéndolo en una herramienta para educar.
Tras realizar varios cortometrajes en el marco de su centro educativo, y con los alumnos, decidió hacer sus primeros cortos. En el año 2019 fue publicado NOM, historia fantástica que le ha llevado a tener 10 premios internacionales y una selección oficial en el Leeds International Film Festival.
Ángel nos habla sobre su experiencia en el cine y cómo lo ha usado como herramienta para formar a sus alumnos.
¿Qué te motivó a dedicarte a la educación?

Ángel Hernández
Fue un poco accidental. Justo cuando terminé mis estudios hacía falta unan gran cantidad de profesores de francés. El segundo idioma que se estudia predominantemente en Canarias es el francés y no había profesores. Vi que se habrían listas para entrar en educación y quise probar a ver cómo era ese mundo, ya que era una oportunidad laboral muy buena.
Luego, ejerciendo, me di cuenta de que me gustaba, lo pasaba bien con los alumnos, la materia además me daba pie a usar otras herramientas, más allá de las puramente lingüísticas, como ocurrió con el cine. Hace unos años decidí presentarme a las oposiciones, aprobé y hasta el día de hoy.
¿Por qué al volver de Francia decidiste seguir con la educación en lugar de dedicarte por entero al cine?
Hay un tema siempre de seguridad laboral. En ese momento dedicarme al cine no sabía cómo podría haber salido, las oportunidades eran escasas, diferente a tener un trabajo seguro, fijo, remunerado, etc.
Lo que es un hecho es que, después de un tiempo en educación, empecé a derivarla hacia el cine. No dejaba de ser mi pasión y lo he ido refinando hasta desarrollar programaciones didácticas enteras de la materia de francés basadas en el cine. También he desarrollado proyectos de cine, independientemente de cuál fuera la materia, dentro de los centros educativos para los alumnos de todos los niveles. El instituto donde trabajo ha ganado premios en festivales, no necesariamente educativos, sino del circuito cinematográfico y con trabajos de los alumnos.
Entiendo entonces que has instigado tu pasión por el cine a los alumnos con los que te has encontrado a lo largo de tu carrera.
Sí, de hecho, el director de fotografía del corto NOM fue alumno mío hace 13 años. Es casi crear cantera para futuros proyectos (risas).
¿Cómo integraste el cine dentro del centro educativo y conseguiste darle carácter formativo de cara a los alumnos?
A los alumnos hay que buscarles siempre materiales estimulantes como punto de partida. Nuestros alumnos tienen poca cultura audiovisual, pero todo lo que consumen es audiovisual. Hoy libros cogen muy poquitos, sin embargo, el consumo audiovisual es continuo. Aun así, no tienen una gran cultura y pensamos que era bueno que desde la materia de plástica empezaran a trabajar esa competencia, y desde las materias lingüísticas como lengua española o los diferentes idiomas extranjeros, se trabajara la competencia lingüística a través de la escritura de guiones, la pronunciación y dicción de esos guiones o la propia redacción.
La parte del cine que usamos, en materias de lengua, es el guion como vehículo para desarrollar la competencia lingüística. En plástica desarrollan la competencia más artística, el lenguaje audiovisual, entre otras. Y, desde materias como tecnología, por ejemplo, se potencia la parte técnica, el uso de las cámaras, luces, dispositivos sonoros, etc.
Cuando propuse los primeros proyectos fui sumando compañeros a la causa, digámoslo así. Se acabó integrando en las programaciones de los departamentos. Al principio eran colaboraciones puntuales y anecdóticas y al final el proyecto se ha consolidado y ha tomado forma burocrática, contemplándose en las programaciones como un proyecto interdisciplinar.

Rojade del cortometraje Nom
¿Qué te motivó a realizar tu primer cortometraje?
Después de una trayectoria de unos seis años haciendo proyectos con los alumnos y, en vista de que parte de lo que hemos hecho ha tenido algún tipo de repercusión, reconocimiento, etc., había mucha gente que se acercaba y me preguntaban por qué no hacía algo al margen del instituto. Digamos, sin esa red de seguridad que implican los alumnos y sin poder decir que si el proyecto sale mal al final el objetivo último es formativo, no cinematográfico.
Fue calando esto hasta que me decidí a hacer algo personal, aunque, seguí contando con recursos de los que tenía el centro. El protagonista (de NOM) es profesor de plástica, compañero mío, con el que había hecho ya un montón de cortos con los alumnos, el director de fotografía es un exalumno. En cierto modo, hay algo de intersección con la manera de trabajar que teníamos en los proyectos escolares. Lo que pasa es que ya lo firmaba como Ángel Hernández y no como el profe de francés.
¿De dónde nace la idea de NOM?
Surgió concretamente un día durante una de nuestras rutas ciclistas. Buena parte del equipo de este corto somos aficionados al ciclismo, sobre todo, Diego (Higuera) el protagonista, que lleva 40 años en bicicleta.
En una de nuestras salidas hicimos la típica pausa para el café, que se hace en una salida larga, y siempre en el grupo hay gente más mayor, como puede ser Diego que ya tiene 63 años, y chavales que se unen nuevos, que pueden tener 23 o 24 años. Hay un contraste ahí de energías y de manera de ver las cosas. El mayor, que se lo toma con calma y lo que quiere es estar el mayor tiempo posible en la bici y el joven que quiere ir rápido.
Se crean estos contrastes entre mayores y jóvenes y se cuentan batallitas. De eso surgió la idea del corto. Alguien dijo: “deberíais chuparle la sangre a este a ver si cogéis un poco de la energía que tiene”. Saltó la chispa y eso, unido a que con las bicis íbamos por muchos de los parajes que aparecen en el corto, hizo que se alinearan los planetas y surgió la idea.
Una vez que te decides a rodar el cortometraje, ¿cuáles fueron los primeros pasos para ponerlo en marcha?
Lo primero es contar la idea al que va a ser tu equipo, para que te la compren y pase a ser de todos, no solo tuya. Si la gente que está contigo no está convencida de la viabilidad igual que tú y no se implican con la misma pasión, normalmente va a haber un problema o varios.
Yo conté con un equipo muy reducido, es decir, Diego, que como ciclista y aficionado al cine, le encantó la idea y se apuntó. Luego hablé con Manuel Peña, que es exalumno, director de fotografía, cámara, montador y etalonador, es una navaja suiza del audiovisual, me dijo también que sí y ponía a nuestra disposición su cámara (que no deja de ser una sencilla de foto y vídeo, no una de cine, una DSLR). Y teniendo a ellos dos, no conté nunca con sonidista porque no teníamos ninguno a mano que se prestara a hacerlo de manera altruista y todo el sonido se hizo después en posproducción.
El resto de colaboraciones son puntuales, salvo Juanda Mendoza, el músico, que se unió posteriormente. Un chico aficionado a la música que nos compuso la banda sonora y que ha sido premiada en tres festivales diferentes.
Un equipo muy reducido que desde el primer momento se unieron y, desde las posibilidades que tenían, aportaron lo que pudieron. Así empezó la aventura.

Rojade del cortometraje Nom
¿Cómo conseguiste financiación para rodar NOM?
La financiación es simbólica. Para hacer el corto no gastamos ni 500€, que se pagaron de mi bolsillo personal. Prácticamente me los gasté en dar de comer al equipo los días que fuimos a rodar y en comprar algunas cosas de atrezo (sangre falsa, algunas prótesis, lentillas).
Si hubo cosas puntuales en las que hubo que pagar a profesionales. Por ejemplo, hay un efecto digital al final con el agua y eso hubo que pagarlo a un chico que hace trabajos de este tipo en su tiempo libre. También pasó eso con el tema del sonido, nos apoyamos en un chico que es músico y sabe editar sonido para hacer toda la edición sonora. Esos dos pequeños pagos, más la comida y alguna cosa más de producción, fueron unos 500€.
Sí es verdad que, en la distribución, viendo que el corto iba funcionando he ido invirtiendo y han sido casi 3.000€. Esto es una cantidad irrisoria al final, lo normal en un cortometraje medio son 5.000 o 6.000€ y los hay que pagan 10.000 o 12.000.
Es la parte más importante, puedes tener un gran trabajo que si no lo distribuyes bien no llega a ningún lado.
¿Sobre qué trata tu próximo proyecto, Pescador?
Seguimos instalados dentro del cine de género, fantástico y de terror porque es en el que yo más cómodo me siento y creo que es un género que va muy bien para hablar de cualquier realidad, incluso social, desde un ángulo más exótico, no documental o drama más clásico. El cine fantástico y de terror es muy útil para abordar ciertos temas sociales que, a veces, son más terroríficos que cualquier película.
No te puedo contar mucho sobre el argumento, pero sí de donde partió. Leí una noticia que decía que en los campamentos de refugiados de la frontera turca con Siria hay 15.000 menores desaparecidos. Es decir, niños que están en esos campamentos y, de repente, desaparecen. A partir de esa realidad hemos hecho una historia y ese es el proyecto. Ese dato real de por sí ya es bastante escalofriante.
¿Cómo te planteas el rodaje de este nuevo cortometraje?
Con las credenciales de NOM tenemos algo más de credibilidad para dirigirnos a particulares o entidades y solicitar algo de financiación. Nos gustaría dar un salto, no estratosférico, pero sí hacia cierto grado de industria. No solo porque quede mejor, puesto que sinceramente, creo que se pueden hacer productos de muchísima calidad trabajando de forma amateur, como hemos hecho hasta ahora.
Con NOM hemos tenido un hándicap enorme que ha sido el tema de estar indocumentados. Nosotros hemos tenido una selección para un festival en Inglaterra (Leeds International Film Festival) que es calificador para el Oscar y el Goya. Conseguimos la selección, nos ponemos muy contentos y nos dirigimos a la Academia de Cine para decirles que podemos optar a que se nos considere para los Goya. Me dicen que les mande el certificado del ICAA y del Ministerio de Cultura con toda la información sobre la película. No tengo nada porque, al no haber rodado con criterios de industria, no tener a la gente dada de alta, no tener productora, etc., no se puede acceder a esa documentación.
Ahora mismo no puedo entrar a consideración para los Goya ni para ningún premio porque básicamente soy un “sin papeles del cine”. Lo que buscamos es que el siguiente proyecto cumpla con los estándares que me permita acceder a la documentación y que si, eventualmente, puedo optar a uno de estos premios se pueda hacer. Es muy triste que te quedes sin hacerlo por papeles.
Es normal que las academias quieran priorizar a la industria, no quieren favorecer el intrusismo. Quieren que se cree industria y en parte es comprensible, pero es verdad que todo el mundo no tiene acceso a esto, sobre todo, en sus primeros trabajos.
Ahora, con Pescador, contamos con el respaldo verbal, por ahora, de la Consejería de Cultura del Ayuntamiento de Gáldar, que tiene su propio festival de cine y está queriendo apostar por este segmento. Por otro lado, también estamos en conversaciones con gestores culturales para ver si encontramos vías de financiación alternativas. No necesitamos un gran presupuesto, pero lo mínimo para dar de alta a la gente y pagarles un sueldo, aunque sea simbólico. Esto nos permitirá poder acceder a la documentación y a una legalidad mínima.
Entrevista a Ángel Hernández sobre el cortometraje Nom
¿Por qué has decidido ahora escribir un largometraje?
Paralelamente estoy escribiendo un largometraje. Aún no tiene ni título, pero sí te puedo decir que es una distopía futurista en la que de nuevo entra en conflicto la gente mayor con la gente joven. Volvemos a jugar con la confrontación entre juventud y senectud.
Sacamos el corto (Pescador) ahora porque en mi experiencia este año en el circuito de festivales todo el mundo me decía que un largo lleva mucho tiempo ponerlo en marcha, entre que tienes la idea y empiezas a rodar pueden pasar dos años. Me aconsejaron que siempre mantuviera un corto en los circuitos para seguir sonando. NOM ya está llegando al final de su recorrido, me comentaron que no estuviera dos años en blanco preparando el largo, sino que tuviera un corto en la recámara para que lo lanzara y lo mantuviera visible mientras avanzo el largo. Esto da la opción de acceder a nuevos festivales y hacer contactos que me ayuden con la pre y producción del largo.
Por tanto, son dos proyectos los que están en marcha. El corto Pescador que ya está casi listo, y estamos en fase de escritura del largometraje, que espero que esté terminado el guion, para poder empezar a moverlo, a mediados de 2021.
Entrevista realizada por Silvia Panadero para el Blog del Máster en Industrias Culturales y Creativas, MasterGestionCultural.Info
Publicada originalmente en enero de 2021
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